Aletheia, vol. 10, nº19, e028, diciembre 2019-mayo 2020. ISSN 1853-3701
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Maestría en Historia y Memoria

Dossier:
Memorias desde las disidencias sexo-genéricas.
Preguntas incómodas para desmontar el cisexismo heterosexual.

Las memorias de la disidencia sexual: subjetivas, individualizadas y fuera de los estándares tradicionales del “hacer memoria”

Cristian Prieto

Investigador Independiente, Argentina

Cita recomendada: Prieto, C. (2019). Las memorias de la disidencia sexual: subjetivas, individualizadas y fuera de los estándares tradicionales del “hacer memoria”. Aletheia, 10(19), e028. https://doi.org/10.24215/18533701e028

Resumen: Por fuera de todos los formatos de escritura académica, este texto da cuenta de las diferentes maneras del quehacer de una marica inmiscuida en el proceso de producción de memorias de las disidencias sexuales. Parodiando el Manifiesto de Pedro Lemebel, me hago la pregunta en singular sobre quien soy para desmontar el artilugio de lo colectivo como única manera de ser dentro de la comunidad LGTBI.

Palabras clave: Memoria marica, Disidencias sexuales, Manifiesto.

Abstract: Outside of all academic writing formats, this article accounts for the different ways in wich an intruded/involved fag endeavors in the process of production of memories of the sexual dissidence. Parodying the Manifesto of Pedro Lemebel, I ask myself in the first person who am I to dismantle the device of the collective as the only way to be within the LGTBI community.

Keywords: Faggot memoirs, Sexual dissidence, Manifesto.

No soy

No soy la Perlongher1 en tacos en la marcha del 25 de mayo de 1972 expulsada al canto de “no somos putos, no somos faloperos, somos de la FAP y de Montoneros”.

No soy la Puig2 en el año en que se publicara “El beso de la mujer araña”, el mismo año del comienzo de todas las atrocidades.

No soy la Valeria del Mar Ramírez3, chupada por segunda vez con once travas más en el Pozo de Banfield, el mismo año que Argentina saliera campeón mundial de Fútbol clase 78.

No soy la Jáuregui4 en la mesa de Mirta Legrand en los primeros años de los noventa, donde puto y sida eran sinónimos.

No soy la Sacayán5 patenado el conurbano, siempre perseguida por todas las policías y asesinada por un chongo patriarcal.

No soy la MOMA6 desheredada de su familia, parada en 1 y 64, con petaca eterna para bancar el frío, y hace poco ninguneada a fojas cero en la causa por su “homicidio simple” y por su comunidad lgtbiq local.

No soy un periodista diverso, disidente y copado, solo elijo no cargarle a nadie, a ningunx cercano o lejano toda la mierda que recibí de la heteronorma: en mi barrio, en la escuela, en la iglesia, en mis trabajos pagos, en los no pagos y en las diferentes militancias, activismos y relaciones sexoafectivas.

Tampoco soy una víctima ni de las buenas ni de las malas, ni de las que gustan ni de las que no gustan. Aún no he recibido ningún premio por la paciencia marica a que las cosas mejoren, a que la institución resuelva, a que las personas se den cuenta o caigan en la cuenta, y espero no recibirlo nunca.

La paciencia no es mi característica primordial, por eso he elegido de una buena vez y por todas tenerme paciencia a mí misma: respetarme todas las contradicciones, porque ser marica, trabajadora estatal, aprendiz de yogui, hije, hermane, amigue, amante amorose, geminiana y cabrita es tener una vida de sobresaltos cotidianos.

La única diferencia con el resto es que no elegí un antifaz, un disfraz, una cara de normal para pasarla mejor y dar señales de inofensiva. Realmente soy muy inofensiva para este mundo pero peligrosa para mi misma, cuanto más me conozco más me cuido de mí.

No elegí el papel de la marica blanca progresista y equilibrada: está llenas de esas, que lo hacen mejor que yo, de esas que nos piden calma y tranquilidad, y nos enseñan sus aplicaciones para solicitar derechos por las vías democráticas y online. Y no son solo maricas, también son compañeras y amigas heterosensibles, que de muy buena fe nos interpelan a que por ahí más tranquilas, más comprensivas y equilibradas, las cosas van a mejorar.

Ya hay demasiado encasillade, doblemente identificable para sumar más a la lista.

No soy la marica que le grita macri puto, ni tampoco macri gato. Yo no le tengo bronca a Macri, al FMI, al neoliberalismo, a los políticos de turno, a los que ya estuvieron y a los que estarán, es mucho tiempo destinado en esta existencia tan corta que tenemos. No me sirve gritarle macri heterosexual y con el prefijo Cis, eso se lo dejo a las académicas disidentas que necesitan un desahogo en medio de la rutina.

Me siento más cerca de las maricas que mostraban el culo al poder y que luego de muchos años decidieron no hacerlo más, porque: ¡Por qué mostrarles nuestro culo a quienes no les interesa la analidad? Y que luego interpelaron a todo el movimiento de resistencia para dejar de cantar hijos de puta o la puta que te parió, porque como bien sabemos, eso no es ningún insulto. Me siento más cerca de las putas, de las trabajadoras sexuales, aunque crea que el abolicionismo es la posibilidad de acabar con la explotación sexual. Porque no creo que nadie tenga el derecho a decirle a ninguna colectiva cómo debe hacer para luchar por sus derechos, cómo debe definirse o cómo debe coger.

Tanto casillero íbamos a tener. Nos piden coherencia a las maricas asalariadas y no se los piden a las maricas entreguistas, y no hablo de esas que entregamos el culo sin preámbulos, sino de las otras: las robledo, las de la capital, la de los cochecitos con bebés de estados unidos y arcoiris en viajes por el mundo. Pídanle coherencia a sus compañeros combativos.

Nos piden coherencia a las maricas de las organizaciones populares, nos piden trabajo de base, y cuando estuvimos juntas con las compañeras esas 24 horas históricas en el congreso, donde conseguimos media sanción de la legalización del aborto, nos acusaron de feministas liberales dialoguistas con el poder.

La marica, la disidenta, la achupinada, la adornada, la fiestera, la petera, la sexópata, la loca, en definitiva: la puta ¡Cómo no tener cientos de motivos para juntarnos con todas las putas y hacer que el patriarcado deje de existir! A las maricas durante muchos años nos dijeron que odiábamos a las mujeres, y a las mujeres que nosotras éramos peligrosas porque nos disputábamos a sus chongos ¡Faltaba más! Se los regalamos a la hinchada de cualquier club de fútbol.

Yo solo le pido compañere que no nos pidan coherencia porque no la necesitamos, esa coherencia de la que usted se jacta se la metieron en la escuelita de formación donde la pirámide de la hegemonía dice clase trabajadora. Claro que tenemos contradicciones, día a día: cojemos con tod*s mezclados en nuestras instituciones, en nuestras camas, en las plazas, en las comisarías, en los descampados, pero no andamos pidiendo coherencia, sólo vamos por nuestra hermosa existencia que tiene mucho de sororidad, o solidaridad si le gusta más, que es lo contrario a la complicidad machista.

Que su orga (partido, institución, agrupación, colectiva) no se pudra del todo, que su planteo no quede del lado de la iglesia a la hora de hablar desde los pobres y las clases obreras, que el feminismo y la mariconada le tienen reservado un lugar en la lucha, pero no adelante sino rompiéndose la cabeza para matar el macho. Y no se preocupe no lo queremos matar a usted, eso de paredón paredón es un canto de lucha, matar el macho que hay en vos ¡No a vos!

Nosotras vamos por todas las libertades, las sexuales, las de las vidas gozosas, plenas y llenas de felicidad porque no queremos que ninguna marica ni femineidad tenga que pasar por todo lo que hemos pasado: nadie tiene que sufrir más, nadie más tiene que morir por el machismo. Hoy es el momento de ser lo más bochornosamente felices que debamos ser.

Esto es un tributo al “Manifiesto, hablo por mi diferencia” de Pedro Lemebel.

¿Cuál es tu revuelta?

Antes que se termine este movido año dos mil diecinueve, no quiero dejar de escribir algo en relación a las maricas y el hacer memoria a cincuenta años de la revuelta de Stonewall Inn. Quiero decir también que como muches activistas e historiador*s (prefiero el asterisco en el texto escrito, el no género) me acoplo a la lectura de que el estallido y resistencia del boliche neoyorquino, fue producto de muchas otras revueltas, claro que no fue ni la primera ni la última, ni la más brava, fue la que muches comenzaron a contar y a levantar. Para esa fecha en nuestro país ya existía el primer grupo de varones gays llamado Nuestro Mundo. Por eso creo que cuando hay una revuelta, hay varias que se suceden en el mismo tiempo, con otras formas pero con la misma energía transformadora.

Cuando las coordinadoras de este dossier temático me convocaron para escribir algo en relación a los archivos y la memoria marica, de una puse mis condiciones: si escribo un artículo no será un texto académico. Quiero escribir una crónica que es, no solo lo que vengo haciendo, sino el aporte que he decidido hacer a la construcción de la memoria marica, a la memoria de las disidencias, como lo fue mi primer libro “Fichados, crónicas de amores clandestinos”.

También quiero compartir algo que vengo pensando, que la memoria marica desde mi punto de vista debiera ser de clase. Y de clase significa darnos lugar a todas las historias de nuestras resistencias y victorias desde nuestras cunas marginales, de clases pobres, de historias de padres migrantes, de historias de la disidencias de personas en situación de discapacidad y de historias desde este concepto que anduvo por todas las bocas en el mes de octubre: lo pluridisidente. ¿Cuánt*s de nosotr*s se ha parado a pensar/investigar/dialogar en las disidencias sexuales de los pueblos originarios, de los afrodescendientes, de l*s marginales, de l*s pobres?

Hasta ahora, y no quiero generalizar porque seguramente este planteo esté tomando formas en diversos espacios de estudio y activismo, solo hemos hecho memoria de un manera de vivir de la comunidad, donde es una historia de la clase media y clase alta. Yo diría que la memoria no es un privilegio heterosexual ni tampoco de clase. Porque podemos estar embanderad*s con la multicolor en nuestras espaldas, y ser bien desclasadas ¿Dónde están las subdesarrolladas?

No es que vaya a responder estos interrogantes aquí. Pero en este hacer memoria, en esto de hablar en primera persona como arma para destruir los grandes relatos de héroes, me hace pensar en la clase, en lo pluridisidente por fuera de la pancarta y adentrarme por ejemplo, en el Barrio Avellaneda ubicado en la Ciudad de Bahía Blanca hace por lo menos treinta años. Y verme de niñ* yendo a buscar a un amiguite a jugar, y que me digan sus padres que estaba en penitencia. Y como buen geminiane y niñ* intrépid*, pasé por el pasillo y me colé en su casa para saber qué era lo que había sucedido. Le encontré arrodillad* sobre un saco de trigo, porque seguramente se había mandado una macana de mariposón. No podía ocultar lo que era y desde acá hasta siempre se lo agradeceré, mi gran referent* de la disidencias: mi vecino Osmar.

memoria con m minúscula

Es cierto que en los últimos años ha estado tomando forma el pedido por l*s desaparecid*s en clave LGTBI. Un pedido que se han simbolizado por ejemplo en el número sumado de 400, y hemos visto en manifestaciones y en las redes la cifra de l*s 30.400. Sin querer entrar en el debate si es bueno o malo sumar a la cantidad de l*s 30 mil, l*s 400 de las disidencias, creo que es alentadora la visibilización y la pregunta. Lo digo desde el lugar de alguien que llegó a la ciudad de La Plata y comenzó a hacerse esta pregunta desde el año 2007. En aquella época sólo habían un para de investigaciones, un par de activistes que contaban sus andanzas por los setenta y argumentaban en la escasa posibilidad de contar historias, porque en nuestra comunidad tenemos poc*s sobrevivientes.

Lo cierto es que ante la pregunta y la duda, comencé a entrevistarme con activistes e historador*s para echar luz sobre esta pregunta que era a la vez respuesta: ¿Fuimos perseguid*s las disidencias en la última dictadura militar? Fuimos perseguid*s las disidencias en la última dictadura militar. Tuve/tuvimos que llegar hasta este presente de empoderamiento para que se convirtiera en convicción. Recuerdo de llevar la pregunta al que luego fuera mi trabajo, e interrogar si alguna vez se habían encontrado con documentación que diera luz sobre esa duda afirmación. La respuesta solo hizo darme más visión de la escasa posibilidad de llegar a relatos, si le pedimos respuestas a instituciones heteronormadas, manejadas con lógicas tradicionales y en el binarismo clásico de hombres y mujeres, militantes y no militantes, y en definitiva personas cis. Seguramente si mi pregunta hubiera sido en primera instancia a una compañera trans, otra hubiera sido la respuesta: lo que sucede es que hace poquísimos años estamos encontrándonos con las travas en las instituciones, en los conversatorios, en las calles y en el prime time de la televisión Argentina. La respuesta de una directora del archivo fue decirme que la diversidad sexual era una construcción de los años noventa, que en los años de la dictadura militar no había existencia de relatos, legajos policiales o marcas que pudieran dar cuenta de eso. Creo realmente que su respuesta fue sin malas intenciones, seguramente ella pensaba eso en los primeros años de los dos mil, y seguramente hoy con evidencia en mano esté diciendo otra cosa.

A diferencia de les desaparecides de la última dictadura militar, hubieron unas madres y unas abuelas aguerridas que hasta la actualidad siguen reclamando aparición con vida, siguen reclamando y marchando por les nietes apropiades. También sus familiares, ex compañer*s de militancia y sus organizaciones políticas levantan sus historias y sus vidas, las recuerdan y se embanderan con sus luchas. En el caso de la monstruosidad de nuestras vidas, no hay madres, padres, hermanes consanguíne*s y organizaciones que hayan salido a preguntar ¿Dónde están? En nuestra pequeña historia aún no contada, hay poco de ese lazo familiar que nos haya salvado. Por eso la reconstrucción de la memoria disidente, marica, trava y sudaka es difícil de medirla en los mismos términos que la memoria construida hasta acá en relación al terrorismo de estado. Y también porque hace relativamente pocos años nuestra visibilización nos ha ayudado a hacernos la pregunta de manera visible sin perjuicio de nuestra vida. Por eso la experiencia del Archivo de la Memoria Trans de Argentina, es de unas características notables: unas travas que juntan y catalogan recuerdos de otras compañeras trans en la historia, las salvan del olvido, las nombran, las vuelven a maquillar y a decir: “Esta se fue, a ésta la mataron, esta murió”.

Pero como si fuera un destino inexorable perderse en las palabras ante la hoja en blanco, como si fuera un conjuro al cual llegar para abrir las puertas del nirvana, como si fuera la piedra preciosa a obtener, o como si fuera la respiración misma para despertar el tercer ojo: la escritura sobre las maricas de otro tiempo me hace acordar al juego de niñes cuando la excitación se vivía haciendo y siendo a la vez todos los personajes de los súper amigos, del llanero solitario, la madre, el padre o el doctor.

Pienso cuando escribo que todo lo que narro es una situación universal que a todes nos has pasado o nos puede suceder. Ya no se si soy yo quien escribe o los fantasmas de las maricas que hace más de cincuenta años piden a gritos salir de los archivos de la heteronormatividad, de las sábanas sucias de tanto mentir el orgasmo, de la ropa olorienta al maltrato asimilado que cada vez que se soñaba, se soñaba habitando el desamparo y esa expresión de no podré jamás amar a nadie.

Que a cincuenta años no se encuentren los registros policiales de la Revuelta de Stonewall no nos haga desaparecer la indignación como motor de querer cambiarlo todo.

La memoria no hay que ir a buscarla a los archivos que no están del todo abiertos, o abiertos para algunes o abiertos con carnet. La memoria marica, disidente, trava, torta y sudaka, se hace con otres. De la mano de nuestras heroínas, donde en cada nueva marcha del orgullo las llamamos en cada beso que nos damos, a plena luz del sol, y ya no más en la oscuridad heteropatriarcal.

¿Cuál es tu revuelta?

Notas

1 Néstor Perlongher. Se hacía llamar “la rosa” en clara mención a Rosa Luxemburgo. Activista del Grupo Eros, y uno de los fundadores del FLH (Frente de Liberación Homosexual). Poeta y escritor neobarroco. Fue un entusiasta activista de la causa de la liberación sexual en los años setenta. Exiliado en Brasil realizó su tesis doctoral sobre la prostitución masculina.
2 Manuel Puig. Escritor argentino conocido internacionalmente. Uno de sus grandes obras “El beso de la mujer araña”, editado en 1976, trata sobre la relación dentro de una celda, de una marica y un revolucionario. Apoyó al FLH económicamente.
3 Valeria de Mar Ramírez. Primera travesti de la provincia de Buenos Aires que diera testimonio en los juicios de Lesa Humanidad. Estuvo detenida en dos oportunidades en el denominado ex CCD Pozo de Banfield, junto a otras travestis de las cuales no hay noticias de su paradero. En la actualidad se encuentra litigando con el Estado por una reparación económica.
4 Carlos Jáuregui. Primer presidente de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) en el año 1984. Fue el pionero de la visibilidad de la comunidad LGTBI en Argentina. Amigos entrañables junto a Lohana Berkins, trava fundadora de la lucha travesti en Latinoamérica. En los años noventa militó en contra la estigmatización de las comunidad a partir de la pandemia del HIV SIDA.
5 Diana Sacayán. Activista travesti argentina. Fundadora del MAL (Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación). Promotora de la Ley de Cupo Laboral Trans, que hoy lleva su nombre en la provincia de Buenos Aires. Asesinada en el año 2015. En el juicio por el esclarecimiento de su travesticidio se dio perpetua al único enjuiciado por “homicidio agravado por odio de género y violencia de género”.
6 La “Moma”, Carolina González Abad, mujer trans platense asesinada en el año 2011 en la zona roja. Compañera aguerrida y luchadora. El juicio por su travesticidio en el año 2018, llega a fojas cero.

Recepción: 20 noviembre 2019

Aprobación: 02 diciembre 2019

Publicación: 06 diciembre 2019

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