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La apuesta armada: la parábola del PRT-ERP en el frigorífico Swift (1965-1976)
Resumen: En este artículo nos proponemos abordar la trayectoria del PRT-ERP en el frigorífico Swift de Rosario, en el periodo transcurrido entre 1965 y 1976. Analizaremos las diferentes estrategias que la organización se fue dando a lo largo del tiempo para poder acercarse a la clase trabajadora de ese establecimiento y convertirse en una referencia político-sindical. Estas incluyeron la proletarización de sectores medios, el acompañamiento de listas opositoras, la creación de una agrupación propia y el impulso a la actividad reivindicativa, los debates en torno a la política militar en relación con la cuestión sindical, las formas de liarse con los barrios obreros por fuera del marco del lugar de trabajo yel intento por “crear el Partido en las fábricas”. Además, prestaremos especial atención a los vínculos y las tensiones entre la política sindical y la cuestión militar.
Palabras clave: PRT-ERP, Swift, Política sindical, Lucha armada.
The trajectory of the PRT-ERP at Swift (1965-1976)
Abstract: The aim of this article is to address the trajectory of PRT-ERP at the meat processing plant “Swfit”, among the period 1965-1976. We intend to analyze the different strrategies developed by the organization to be able to approach the working class of that factory and become a political and trade unión reference. These estrategies included the proletarianization of middle sectors, the accompaniment of opposition lists, the creation of their own group, the debates around military policy in relation to the union issue, the ways of getting involved with the neighborhoods and, to the attempt to "create the Party in the factory" In addition, we will pay special attention to the links and tensions between trade union politics and the military issue.
Keywords: PRT-ERP, Swift, Union trade policy, Armed struggle.
Introducción
El frigorífico Swift de Villa Gobernador Gálvez -próximo a la populosa zona sur de Rosario- no fue un ámbito más de los tantos en los que el PRT-ERP supo insertarse y construir una sólida presencia política. Lejos de eso, esta experiencia constituyó un mojón para toda su trayectoria sindical en la región. La presencia del PRT-ERP en el Swift oficia como la metáfora de las distintas estaciones de su política sindical. En este intento se vislumbran desde el fenómeno de proletarización de sectores medios, el acompañamiento de listas opositoras, la creación de una agrupación propia y el impulso a la actividad reivindicativa, los debates en torno a la política militar en relación con la cuestión sindical, las formas de liarse con los barrios obreros por fuera del marco del lugar de trabajo, hasta el intento por “crear el Partido en las fábricas”, que entre tantas otras cosas se plasmó en la edición del Boletín Fabril “Segundo Gómez”.1 Pero la notoriedad de la experiencia del Swift no deriva sólo de este aspecto, sino que se anuda a la historia misma de este establecimiento. Este frigorífico es una especie de caleidoscopio, donde se mezclan toda la gama de colores, banderías y voluntades políticas de la izquierda argentina. Desde su apertura, en 1924, se hallaron presentes todas las corrientes de izquierda –anarquistas, comunistas, sindicalistas y socialistas- pugnando por organizar a los trabajadores. En la década de 1930, fue testigo del crecimiento del Partido Comunista al interior del mundo del trabajo –que llegó a conquistar la dirección del sindicato de la carne-, y en la década posterior, fue también el escenario de su irrefrenable retroceso y del ascenso del peronismo en el mundo obrero (Vogelmann, 2012 y Menotti, 2021). Para 1955, los trabajadores del Swift se convirtieron en protagonistas de la Resistencia, encarnando algunas de las propuestas más audaces que ésta generó, que incluyó los planes de copamiento de guarniciones militares y el bosquejo de una incipiente experiencia político-militar de los obreros de la carne, organizados en comandos o pequeños grupos de sabotaje (Armida y Filiberti, 2000). Fue, entonces, sobre la base de esa experiencia de militancia y resistencia, que el PRT comenzó a hacer sus primeros pasos y a ensayar diferentes bosquejos de una política sindical.
De la “exterioridad” a la construcción de una presencia: los cimientos de la militancia del PRT en el Swift
Desde antes de la creación del PRT en 1965, un grupo de militantes de Palabra Obrera (una de las organizaciones que dio origen a este partido) encabezado por Oscar Prada -conocido como Sergio Domeq- recorría las inmediaciones del Swift en pos de lograr hacer pie en una de las concentraciones obreras más importantes del área metropolitana de Rosario (el Swift llegó a contar con, aproximadamente 7.000 trabajadores). Los comienzos de la militancia dentro del Swift se caracterizaron por el intento por fraguar un acercamiento a las y los trabajadores, estableciendo contactos y ganando militantes para el Partido.
Uno de los puntales de la política de acercamiento del PRT a la clase obrera, sobre todo en esta etapa inicial, se estructuró en torno al fenómeno de la proletarización. A partir de 1966, el núcleo original del Partido en Rosario se proletarizará en distintos establecimientos, entre ellos el Swift.2 La entrada en este ámbito fue central en el trayecto de la militancia perreteísta en Rosario, en tanto que por primera vez comenzó a tener una presencia propia al interior de los centros productivos, empezando a romper esa condición de “exterioridad” que lo venía definiendo en su relación con la clase obrera. Además, el desembarco en el sindicato de la carne –con eje en el Swift, ya que posteriormente lo hará en Sugarosa y en la CAP (Corporación Argentina de Productores de Carne)- dará inicio a uno de los trabajos políticos más duraderos y robustos alcanzados por la organización en la región.
¿A qué respondía la elección del Swift como una de las bases del trabajo sindical del Partido? Para Mattini, esta elección remite a una concepción fundante de la visión que el PRT tenía del trabajo político, según la cual se privilegiaba la voluntad de fundirse con los sectores que, en tanto más pauperizados, se tornaban potencialmente más explosivos (Mattini, 1996, p. 52). Sin embargo, ¿no es posible pensar esta opción en relación a las posibilidades que ofrecía esta industria para llevar adelante una política de proletarización? Miles de trabajadores eran absorbidos de manera permanente y, a la vez, desechados por esta planta –donde además los controles patronales sobre los antecedentes de los trabajadores, dependiendo de la época, variaban en su grado de rigurosidad-; así, la inestabilidad crónica de la empresa se convertía en una incalculable oportunidad a la hora de aproximar el Partido a los trabajadores. Además, el Swift era una de las concentraciones obreras más grandes de toda la zona, a lo que se sumaba la ya mencionada presencia histórica de las distintas organizaciones de izquierda.
Como señala Vogelmann, entre 1963 y 1965, en los frigoríficos de Rosario y de Berisso empezó a tomar cuerpo una corriente clasista al interior de la industria de la carne. En este proceso de emergencia de grupos clasistas, tuvo un rol importante Palabra Obrera, que impulsó la edición de boletines fabriles e instó la creación de comisiones internas gremiales (Vogelmann, 2021). Desde 1965, desde su periódico “La Verdad”, el PRT saludaba la aparición de tendencias opositoras y proponía entablar un diálogo político entre los distintos sectores opositores a Eleuterio Cardoso, máximo dirigente de la carne a nivel nacional.
Como hemos reconstruido en otro trabajo, en Rosario, los militantes del PRT comenzaron a acercarse a un grupo de militantes peronistas que había conformado la lista “Blanca y Negra”, un espacio de oposición a Cardoso. Acercamiento que puede ser leído como un intento por salir de cierta marginalidad, como así también a partir de las marcas que había dejado, en el núcleo morenista, la táctica del entrismo en el peronismo. El primer año del PRT en el Swift estuvo marcado por el conflicto que se desató -entre agosto y noviembre- a partir de una ola de despidos y suspensiones, lo que le permitió comenzar a plantear una posición distinta a la de la dirección sindical en la conducción de esa lucha. Además, ese año estuvo signado por la realización de elecciones gremiales, tanto a nivel local como nacional, en las cuales el “cardozismo” terminó resultando ganador. Más allá de los reveses cotidianos que experimentaron los militantes, estos procesos fueron balanceados de manera positiva por la organización, en la medida en que les permitió lograr un crecimiento al interior de la planta. A la vez, esta experiencia permitió fundamentar la idea de que para poder sostener una posición independiente al interior del gremio, era necesario no orientar todos los esfuerzos de la política sindical a la disputa electoral.
Otra de las iniciativas de la militancia durante los primeros años en el Swift fue la creación de un boletín fabril propio, que comenzó a publicarse en 1966, titulado “El Activista de la carne. Boletín de los activistas antipatronales del frigorífico Swift”. Entre las características generales de esta publicación resaltaba su sencillez, su carácter amplio y su intento por trazar un panorama detallado de la planta en su conjunto y de los problemas que se suscitaban en ella.3
El PRT después de la ruptura: la creación del ERP y la articulación de lo militar y lo político-sindical
En 1968, cuando se produjo la ruptura del Partido, la amplia mayoría de la regional Rosario se encolumnó abiertamente con el sector de Santucho. Los militantes del PRT en el Swift sostuvieron la voluntad de acompañar el surgimiento de espacios opositores y de crear instancias de diálogo con otras fuerzas políticas de izquierda. En sus memorias, Enrique Gorriarán Merlo -quien junto a Luis Ortolani y Mario Delfino fueron los primeros en proletarizarse en el Swift- cuenta cómo durante 1968 y 1969, el grupo del PRT intentó contribuir al desarrollo de una agrupación gremial opositora. Este agrupamiento fue conocido como “La Chaira” y se estructuró con el aporte de múltiples corrientes de izquierdas, como el Partido Comunista Revolucionario, el Socialismo Revolucionario, sectores vinculados a Nahuel Moreno y Vanguardia Comunista. “La Chaira”, como espacio amplio de izquierda denunció las políticas de disciplinamiento de la empresa y centró el eje de sus reclamos en las condiciones de trabajo, siendo la llamada “lucha del frío” uno de los mayores conflictos en los cuales intervino (Rosas, 2011 y Vogelmann, 2021). Según Gorriarán, en este momento, se le intentó dar a la militancia al interior de la fábrica un carácter amplio y gregario, mientras que el esfuerzo estrictamente partidario se volcó a los barrios aledaños (Gorriarán Merlo, 2003). La experiencia de “La Chaira”, si bien no perduró tanto en el tiempo, se convirtió en un mojón en el imaginario de las camadas venideras que protagonizarían las luchas anti-burocráticas en el Swift.
Durante los Rosariazos de mayo y septiembre de 1969, la militancia del PRT tuvo un rol activo. En el estallido de septiembre, que se caracterizó por un mayor protagonismo obrero, los trabajadores del Swift jugaron un papel preponderante (Viano, 2000). Así es rememorada por un militante de “La Chaira” la participación que tuvo la agrupación en la movilización de la zona sur en el contexto del segundo Rosariazo:
R: Salimos a la lucha y tomamos todo el barrio. Y de ahí sale el Rosariazo, de la zona sur, sale del Swift, y somos nosotros. Sacamos a toda la gente del Swift, marchamos por las calles. Combatimos por todos los barrios. Eso sí: combate, combate de masas, en la calle, con la caballería bien en contra. Me acuerdo a la noche, porque como llegamos al centro, después la cosa era romper el cerco para volver a los barrios. Es toda una historia larga. Dormimos… la gente nos abría las casas, nos daba agua, comida (Scopetta y Torres, 2014b).
Tanto los Rosariazos como el Cordobazo fueron vistos, no sólo por el PRT sino por la mayoría de los grupos que venían discutiendo la lucha armada, como puntos de no retorno en el espiral de radicalización que venía despuntando en la Argentina, como posibilitadores de otros niveles de enfrentamiento, en donde la lucha armada adquiría un rol cada vez más preponderante. En ese marco, tuvo lugar la creación del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en julio de 1970, cuyo bautismo de fuego fue la violenta toma de la comisaría N° 24 de Rosario.4 El ERP jugará, a partir de entonces, un papel destacado en la articulación de la política sindical del PRT.
Entre 1970 y principios de 1971, el PRT-ERP mantuvo una presencia constante en los barrios aledaños al frigorífico, pero intermitente al interior de la planta, ya que muchas veces los activistas eran suspendidos y los trabajos sindicales no podían ser profundizados. En estos años comenzó a darle mayor impulso al trabajo territorial, que se expresaba en la organización de asambleas barriales, grupos de estudios y comités de reclamos, como así también en la revitalización política de las vecinales de la zona. A partir de este testimonio, podemos imaginar cuáles fueron los perfiles que adquirió el trabajo político del PRT-ERP en la zona:
P: ¿Y a qué tipo de cuestiones apuntaban a nivel barrial, como para organizar a la gente?
R: Bueno, a nivel barrial se tomaban las reivindicaciones del barrio. Pero nosotros íbamos directamente a lo político; discutíamos que queríamos cambiar el sistema de salud, de educación; hablábamos de economía. Era muy lindo, porque era en donde más se daban las reuniones de estudio, en el barrio, con la ama de casa y el marido. Nos juntábamos… suponete, salíamos de trabajar y nos juntábamos a las 5, un ejemplo. Era una cosa colectiva. Y lo primero era a leer… leíamos mucho sobre historia, sobre marxismo. […] Después, también, trabajábamos mucho con los teatros. Porque había muchos compañeros a los que les gustaba el teatro y querían hacer el teatro militante. Y venían, y hacían un teatro basado en la realidad del barrio. Ellos venían, militaban, estaban como dos meses, hacían el libreto y, entonces, hacíamos las funciones. Y ellos se reían porque alguien hablaba de vos, tomaba alguna característica tuya. Pero, a su vez, había todo un mensaje (Scopetta y Torres, 2014a).
Esa presencia fue la que, en el marco de un conflicto que estalló a mediados de 1971, le permitió al PRT adquirir un gran protagonismo. En el contexto de una industria sumida en una crisis que se venía arrastrando desde las últimas décadas, y que en mayo de 1971 se plasmó en el cierre temporario de la planta y en el despido y suspensión de cientos de trabajadores, el PRT-ERP, hará una de sus intervenciones más rutilantes y novedosas, que será el secuestro del cónsul británico y gerente del Swift, Stanley Sylvester (Aguirre, 2000). Esta acción fue concebida como una instancia que permitiría ganar posiciones en el mundo del trabajo y que, además, serviría para ecualizar la relación entre lo político-militar y lo sindical. Toda la gama de reclamos esbozados por el partido se enmarcaban en esa crisis que venía atravesando el Swift: el pago de lo adeudado, la reincorporación de los trabajadores despedidos y suspendidos, la reducción de los topes de producción, el cumplimiento de la atención médica y el respeto de los partes de enfermedad, la disminución del frío en las secciones de cámara, el cese del trato policial por parte de los supervisores y capataces y, por último, la distribución de víveres y frazadas entre los trabajadores y los pobladores de las zonas aledañas.5 Todo este arco de reclamos había sido una constante en las demandas realizadas por los grupos opositores a la dirección del sindicato desde hacía décadas.
Durante la semana que duró el secuestro de Sylvester, la ciudad se mantuvo en vilo, transformándose en el campo de operaciones de unas desorientadas fuerzas policiales. Finalmente, el conflicto se resolverá a favor de los trabajadores despedidos y atendiendo a las exigencias realizadas por el PRT-ERP, sobre todo en lo tocante al reparto de víveres y en la reincorporación de los despedidos y el pago de lo adeudado. Esta acción terminó convirtiéndose en un hecho político inigualable, en el sentido en que vino a fracturar el “continuum” en el que transcurría la vida político-sindical rosarina. Significó para el Partido una visibilización tanto a nivel local, nacional como internacional, a la vez que sentó y preparó condiciones para una mayor gravitación política dentro y fuera del frigorífico. El secuestro le venía a confirmar al PRT-ERP su creencia de que la lucha guerrillera, en determinadas circunstancias podía estimular y potenciar la movilización obrera. A partir de este hecho político-militar, el PRT-ERP consolidó y potenció su trabajo sindical y de base en la zona sur de Rosario.
Repercute muy bien en la gente. Además, había un envión fuerte en ese momento; que la lucha se conseguía de esa manera, presionando a la empresa. Y nosotros lo tomamos como una presión a la empresa, de gente que veía y se solidarizaba con nosotros. Así que lo tomamos bien. Cobramos la quincena. Y cuando cobramos la quincena, el ERP pide que se les entregue dos frazadas a cada obrero. A hacer cola porque no teníamos frazada. […] Adentro de la fábrica se genera otra situación, después de esto.
P: ¿Ud. ahí ya se incorpora al PRT?
R: No. Nosotros trabajábamos con ellos, pero no sabíamos que eran del
PRT. Hacíamos lo que ellos dicen; pero no sabíamos que eran ellos. Y, entonces, se genera otra situación, porque dentro de la fábrica hay mucha discusión, mucha ebullición, gente que plantea cosas, que ahora hay que seguir participando, participar en las elecciones de delegados futuras que venían, se forman algunos grupos, agrupaciones (Scopetta y Torres, 2013).
Si algo deja entrever el secuestro de Sylvester es cómo todos los ámbitos de la militancia perreteísta, sus frentes políticos, sindicales, militares o culturales volcaron sus esfuerzos en pos de cumplir con ese mandato de origen que era convertirse en un partido de la clase trabajadora. Lo que se buscó fue que entre los distintos ámbitos hubiera un trabajo de complementariedad, donde cada frente aportara desde su especificidad. Notorio en este sentido fue el aporte hecho por el “Cine de la Base”, miembro del FATRAC (Frente Antiimperialista de los Trabajadores de la Cultura), realizando un cortometraje, en el que se propagandizaba el secuestro y la línea política de la organización, cumpliendo una función pedagógica. En el film, lo que se vehiculizaba eran algunos de los pilares de la política sindical del PRT-ERP: la cuestión anti-burocrática, expresada en la denuncia de la connivencia entre la dirigencia sindical y la patronal –sobre todo se hacía hincapié en las figuras de José Ignacio Rucci y Gerardo Cabrera, quien era el dirigente del Sindicato de la Carne a nivel local-, y en el llamado a impulsar el activismo de base, como así también a desarrollar la actividad militar por parte de los mismos trabajadores; además destellaba el contenido anti-patronal y anti-imperialista, plasmado en la búsqueda por resaltar el carácter extranjero de la empresa y la historia de explotación que cargaba sobre sus espaldas.6
La participación del PRT-ERP en este conflicto, como hemos visto, no se asentó en el vacío. A la militancia sindical y territorial, se le sumaba una incesante actividad de los comandos armados partidarios, que con una asiduidad sorprendente se encargaban de realizar “repartos” de alimentos y útiles escolares en gran parte de la zona sur, pero centralmente en los lugares aledaños al Swift. Es interesante preguntarse si estas acciones llevadas adelante por el ERP en estos barrios de la ciudad no constituían también una forma de apuntalar el trabajo sindical mucho más allá de los límites del lugar de trabajo. Es notorio cómo en los comunicados redactados por el ERP en los diferentes repartos, se hacía explícita referencia a que los beneficiarios de los mismos era aquellos trabajadores del Swift que por diversas razones se encontraban imposibilitados de recibir su salario.7 Podemos arriesgarnos a pensar que de alguna manera, aunque sin formularlo de manera explícita como una línea de trabajo, el PRT orquestó una concepción del trabajo político-sindical que hacía del lugar de residencia y del ámbito de trabajo dos elementos inseparables a la hora de erigir una verdadera alternativa política para los trabajadores.
Por otra parte, este tipo de acciones –como el secuestro de Sylvester- hundía razones en un planteo político más profundo. Más allá de las reivindicaciones concretas a las que se buscaba dar solución, también se perseguían objetivos de largo plazo, vinculados a la discusión en torno al problema del poder. Una de las palabras que resuena en este tipo de actos es la palabra “justicia”, en el sentido de desenmascarar las formas en que se manifiesta la explotación. Pero también, y sobre todo, en el sentido de poner en cuestión el papel de aquellos órganos e instituciones que detentan el poder de dispensar justicia (desde los órganos judiciales hasta los ministerios de trabajo), a la vez que de hacerse cargo y disputar, en tanto “representante de los explotados”, esa prerrogativa. Estas acciones impulsadas por el ERP eran también una forma de poner al servicio del activismo obrero que venía surgiendo, una herramienta que sirviera como práctica de empoderamiento, como un esbozo a pequeña escala de una proyectada situación de “poder dual”, y como un aporte más tendiente a insuflar en los trabajadores una sensación de confianza y respaldo que los impulsase a tensar aún más las relaciones con el mundo patronal.8 Si estas acciones, en la mayoría de los casos contaban con recibimiento positivo por parte de los trabajadores es, quizás, porque eran sentidas como un pequeño acto de justicia, de “venganza” frente a una cotidianeidad minada de afrentas, vejaciones y atropellos sufridos durante décadas por los trabajadores del Swift, que bien pueden constituir un compacto decálogo de teratología.
En el transcurso de un año clave como 1972, el PRT-ERP siguió desplegando una actividad militar incesante e intentó la apertura de nuevos frentes políticos, sobre todo en el ámbito sindical. Como señala Pasquali (Pasquali, 2007), se descubre durante este año un desplazamiento de los esfuerzos del PRT-ERP hacia la zona norte del cordón industrial, en pos de penetrar en una de las áreas con mayor densidad obrera de la zona y que mostraba como una de sus características más salientes el hecho de contar con una CGT díscola (con base en la Intersindical de San Lorenzo), con escasa presencia de las burocracias tradicionales y en donde, además, se estaba registrando un alza importante de los conflictos obreros, sobre todo en las industrias aceitera y petroquímica (Pasquali, 2007). También, a lo largo de este año, el Partido profundizó sus esfuerzos por intentar perfilar una presencia permanente en el cordón industrial de la calle Ovidio Lagos. A pesar de este corrimiento, el Swift y las zonas aledañas no quedaron al margen de la voluntad política de la organización. A este desplazamiento geográfico se le sumaba un cambio en la índole de las acciones militares llevadas adelante, orientadas ahora a intervenir sobre la cotidianeidad política de las fábricas. En el “Estrella Roja” de 1972 se percibe una reducción notoria de los repartos realizados en la zona sur y un acendrado crecimiento de la actividad guerrillera orientada directamente contra el mundo patronal, en la que relumbra una campaña de intimidación contra algunos frigoríficos (Sugarosa, La Florida y Swift), como forma de apuntalar los reclamos que venían surgiendo y a los pequeños pero decididos grupos de base que los motorizaban. Este tipo de intervención buscaba erigirse en una respuesta frente a las políticas de miedo desplegadas por las patronales, donde capataces o matones asumían diariamente la tarea de ahogar cualquier reivindicación gremial, de arrancar de cuajo la posibilidad de discusión política al interior de las plantas. Estos actos de violencia eran pensados también como parte central de las políticas de disciplinamiento de la mano de obra frente al fenómeno de politización que se venía experimentando. En este cuadro de situación, el PRT-ERP intentó aunar la actividad político-militar a las necesidades concretas que se le imponía al activismo en la vida diaria en las fábricas. En noviembre de 1973 se llevaron adelante dos acciones contra este tipo de personajes del Swift, señalados por los mismos trabajadores como aquellos que ejercían un rol persecutorio y de control.
P: ¿Y después había acciones más pequeñas?
R: Acciones más pequeñas, como por ejemplo… Había alcahuetes ahí adentro que… a los tipos iban a la casa y los presionaban, entraban… Encargados que exigían la producción. Iban y le volanteaban la casa, o le pintaban la casa. Algunos de vigilancia privada, que eran… te controlaban los tipos, te controlaban a ver si vos comías la carne, si estabas parado, todo. Eran, parecían, los servicios ahí adentro. Bueno, a esos también les buscaban la casa, les pintaban la casa; a uno le entraron dentro de la casa.
P: ¿Y el resto de los trabajadores tomaba bien este tipo de acciones?
R: Sí, este tipo de acciones eran tomadas bien porque ellos identificaban puntualmente a esos tipos como verdugos de ellos. No entendían, quizás, el poder de más arriba. Pero sí identificaban a estos tipos.
P: Que esos tipos los verdugueaban todo el tiempo…
R: Y eran el enemigo de ellos de todos los días. Por eso lo tomaban bien, digamos. Lo que fue más difícil, después más adelante, porque si bien esas operaciones caían bien, eso no significa que el nivel de la gente estaba como para hacer la revolución (Scopetta y Torres, 2013).
Entre las acciones impulsadas, se destacaba el secuestro de Pedro Saucedo, señalado por los trabajadores del Swift como uno de los responsables del hostigamiento y de la violencia constante a la que eran sometidos.9 ¿Cómo se entendían estas acciones? Por una parte, como ya señalamos, eran pensadas como instancias que oficiaban como una forma de “desquite” frente al escarnio diario propugnado por la patronal. Éstas eran las instancias en las que el ERP buscaba actuar como el “brazo armado del pueblo”, no sólo en momentos extraordinarios de la lucha, sino en reivindicaciones que hacían a la vida diaria de los trabajadores. Estas pequeñas acciones servían además para trazar puentes con aquellos trabajadores que, sin tener una participación política directa, eran sometidos a situaciones de maltrato. La voluntad de realizar este tipo de acciones se veía reforzada por el contexto político de la Argentina, en donde la organización había optado por no dejar de combatir frente a la apertura electoral y el retorno del peronismo. Ligando las prácticas militares a las reivindicaciones que brotaban desde los ámbitos de trabajo, se hacía el esfuerzo por conjurar dos peligros elementales, que acechaban de manera constante al PRT: la cuestión del aislamiento político y la autonomización de lo militar.
El secuestro de Saucedo tenía, además, un trasfondo más amplio. Retener e interrogar a este miembro del Sindicato de la Carne le permitía al PRT-ERP denunciar toda una trama de violencia política, corrupción y hasta asesinatos, que tenía sus pivotes en el Sindicato de la Carne y la CGT, en el Partido Justicialista, en la policía y los grupos de derecha a los que el PRT acusaba de participar en la represión a los trabajadores del Swift, como el FEN (Frente Estudiantil Nacional) y la CNU (Concentración Nacional Universitaria). Además, sirviéndose del testimonio brindado por Saucedo, acusaba abiertamente a hombres del Sindicato de la Carne de ser los responsables del asesinato del militante peronista Constantino Razzetti, que había conmovido hasta los cimientos a todo el espectro político de la ciudad.10 ¿Por qué insistimos en los significados que se abren a partir de este hecho? El secuestro se inscribe en una trama de acontecimientos que habían ocurrido entre agosto y septiembre de ese año. Entre ellos, nos interesa asir lo que en un principio se trató de una “riña” entre vecinos de la zona sur de Rosario, pero que con el devenir alcanzó un claro status político. El 31 de agosto había sido asesinado, en una situación no muy clara, un niño de 9 años (José Luis Núñez) y herido un trabajador del Swift. A poco, se supo que los implicados eran hombres vinculados a grupos de choque del sindicato de la carne.
Ante ese cuadro, el PRT actuaría de distintas maneras. En primer lugar, motorizó la denuncia, tratando de remarcar la vinculación del hecho con el Sindicato de la Carne. En segundo lugar, impulsó una serie de acciones militares en pos de abordar la situación. Se señaló como culpable a un integrante del sindicato y, a partir de ahí, se fue destejiendo la madeja de implicancias que lo vinculaba a la represión de las luchas obreras del Swift en 1971 y a la privatización de los servicios sociales del sindicato (la cochería). De ahí que se dirigió el ataque contra la cochería y se conformó el comando “José Luis Núñez”, que dictó sentencia de muerte –aunque no hemos constatado que haya sido cumplida- contra el acusado de homicidio. Otra vez, se buscó actuar atendiendo a lo que podía ser una reivindicación sumamente sentida por la gente, ante el miedo y la impotencia que generaba el accionar de estos grupos, que excedía los límites del frigorífico, e incluía a toda la comunidad obrera en su sentido más amplio.11
Del retorno del peronismo al golpe de Estado: las peripecias de la militancia del PRT-ERP en el Swift
El retorno del peronismo al gobierno en 1973 cambió el panorama político, lo que nos obliga a preguntarnos por el impacto que tuvo esta nueva coyuntura en la relación entre las organizaciones de izquierda y la clase trabajadora.12 ¿Cómo repercutió para los trabajadores del PRT-ERP la línea de la organización, plasmada en la famosa carta a Cámpora, en la que la organización disponía una tregua para con el gobierno, pero sostenía la política de atacar a las Fuerzas Armadas y a las empresas?13 Esta política de la organización, de casi no hacerle concesiones a cierto peronismo, ¿angostó el diálogo de sus militantes con los trabajadores de raigambre peronista? ¿O, por el contrario, ese alejamiento no se produjo, porque la vida política en las fábricas seguía demostrando signos de independencia, frente a los enrevesados avatares del contexto político nacional? Ante la dificultad de ensayar respuestas generales o unívocas, enfocarnos en el caso particular del Swift nos permite comprender la complejidad y los matices de ese vínculo.
En esta nueva coyuntura, la militancia perreteísta en el Swift no solo no decayó sino que logró crecer y consolidarse, lo que se materializó en la creación de una agrupación propia al interior del frigorífico, llamada “El Toro”. Además, entre fines de 1973 y principios de 1974, comenzó a editar el boletín fabril “Segundo Gómez”. Una posible forma de entender este crecimiento es que se dio en el marco de un establecimiento que se caracterizaba por un alto nivel de conflictividad y de pauperización de sus trabajadores. Otra cuestión imposible de desdeñar es el papel jugado por la burocracia sindical, obligada a sostener el Pacto Social en el nuevo esquema impuesto por el peronismo, compelida a frenar el avance de las corrientes de oposición y, a la vez, expuesta al riesgo de que se fuera horadando aún más su relación con las bases.14
R: Sí, el Swift era peronista. […] El peronismo no tenía agrupaciones de base combativas. La gente que se identificaba con el peronismo, se termina organizando en este tipo de agrupaciones, dirigidas por las organizaciones de no perfil peronista. […] El peronismo, más allá de que no estaba ahí, los trabajadores luchaban por la vuelta de Perón; luchaban, combatían. Entonces, era un perfil fuerte el del peronismo; realmente se reivindicaba el retorno de Perón. Por eso, más allá de que formaran parte de la agrupación (dirigida por el PRT), y de que muchos ellos después pasaran a la estructura partidaria… el peronismo se organiza dentro de la estructura partidaria que dirige tal o cual organización, pero siguen siendo peronistas. Muchos de ellos pasan a militar dentro del PRT, con todas esas contradicciones que tienen, que el planteo era marxista.
P: ¿O sea que logran captar obreros peronistas?
R: Sí, sí. Logra captarlos por su trabajo ahí. Pero, yendo al marco de las elecciones, en el ’73 hay mucha gente que está ahí que vota por el retorno de Perón. Y, al otro día, se reúne con la agrupación de gente, sigue peleando, dentro de la fábrica […]. Porque ahí, adentro de la fábrica, vos tenías que tener una política flexible, para captar gente, para que se abra la discusión. La estructura sindical era una estructura de masas (Scopetta y Torres, 2013).
El hecho de que la encarnación del peronismo en el Swift fuese a través de un gremio con una fuerte estructura burocrática, como era el Sindicato de la Carne, que desconocía muchos de los reclamos más básicos que se gestaban a nivel de base y cuya vinculación con la patronal era ampliamente reconocida, daba aire y argumentos a las agrupaciones combativas a la hora de erigir las demandas y movilizar las bases del sindicato. Además, en ese contexto, el hincapié hecho por el PRT-ERP en la cuestión anti-burocrática y anti-patronal encajaba de manera perfecta con la situación del Swift.
En ese contexto de disputa, se comprende el lanzamiento, entre fines de 1973 y comienzos de 1974, de la línea “el Partido en las fábricas”. Después de recorrer la experiencia del “militarismo” (1971-1972), se comenzaba a afirmar la idea de acoplar los desarrollos políticos con la actividad militar. Rosario había sido uno de los epicentros del fenómeno del “militarismo”, en donde mejor se traslucían los efectos de esa política, plasmada en la pérdida de ciertos trabajos políticos, en el retraimiento de la actividad sindical en pos de la práctica armada y en una consiguiente absolutización y autonomización de lo militar. Con esta nueva línea, se buscaba reconstruir el Partido, fortalecerlo en base a aquel actor social, que constituía la piedra angular de la estrategia de poder del PRT-ERP.15 Era, además, afincándose en los grandes centros productivos, cómo la organización pensaba que podría hacer frente a la vertiginosa escalada represiva que empezaba a insinuarse en el horizonte político de la Argentina y, a la vez, generar una base política y material que le permitiera profundizar la disputa con las direcciones sindicales tradicionales y competir con el peronismo por la dirección de la clase obrera. Lo que se buscaba era que el Partido se constituyera como referencia y orientador de las necesidades de los trabajadores de los centros industriales, en el marco de un previsto contexto de movilización y polarización de la sociedad.
Con esta idea como norte, se insistió en edificar las estructuras partidarias, con su consiguiente grado de especialización, al interior de los centros fabriles. Para eso, se crearían células partidarias cuya responsabilidad sería la construcción de ese frente y el desarrollo de la actividad sindical; células del ERP, que contribuirían al “salto de lo sindical a lo político” y funcionarían como una instancia de empoderamiento –en el sentido de disputarle a las patronales y a la burocracia la capacidad de control, disciplinamiento y castigo al interior de las fábricas-, a la vez que eran concebidas como momento de aprendizaje, teniendo en cuenta la perspectiva de un escenario de “guerra popular y prolongada”; células de masas, responsables de la actividad legal; células de propaganda, encargadas de difundir el ideario partidario y de dotar de contenido a los reclamos fabriles. A partir de ese momento, comenzaron a cobrar importancia los boletines fabriles, como una herramienta fundamental de la política sindical; “como un arma política e ideológica para el afianzamiento del Partido en las fábricas”.16 A los boletines se les otorgaba un rol distinto, pero complementario, al del periódico; si éste estaba más abocado a desarrollar la línea general del Partido, aquellos, en cambio, intentaban dirigirse a los trabajadores desde las preocupaciones cotidianas que emergían en la planta, como el problema de las horas extras, de los aumentos salariales, del ausentismo laboral y la dinámica misma de las formas de producción. El Boletín Fabril “Segundo Gómez” de los trabajadores del Swift “era un boletín que tocaba estrictamente el ámbito fabril, [...] se explicaba la forma de producción del Swift, cuánto gana el trabajador, cuánto produce y cuánto se lleva la empresa”.17 Más allá de ocuparse de un sinfín de cuestiones cotidianas, en los boletines se trataba de no sacrificar las cuestiones políticas e ideológicas, sino de orientarlas hacia los problemas particulares de la comunidad obrera en donde se actuaba.
En el ’73, el PRT tira la consigna de la construcción del Partido en las fábricas [...]. La estructura orgánica del Partido va a hacer un avance importante, porque ahí van a informar cómo estaba lo sindical, cómo estaba la propaganda, cómo estaba la construcción política, y también evaluaba, por ejemplo… ahí se hicieron operaciones relacionadas a los jerárquicos de la patronal que verdugueaban a la gente. Qué sé yo, pintarle la casa.
P: ¿Y los trabajadores de las fábricas que estaban vinculados al PRT participaban en las acciones también?
R: Participábamos los que estábamos ligados. Si era de la fábrica, factiblemente, había cosas en que no participábamos. Nosotros participábamos en cosas relacionadas a Sugarosa, por ejemplo, el otro frigorífico. O, cuando había actividades legales, participábamos ahí. […] Nosotros ya teníamos armada una estructura en Gálvez, política, desde el punto de vista sindical, porque había mucha gente de la carne, y también teníamos en esta zona estructura como para una estructura militar. Por ejemplo, una escuadra. El equipo de armamento que teníamos nosotros lo manejábamos los del frente de la carne, que nos habíamos planteado que teníamos que tener nuestra propia estructura.
P: ¿La escuadra militar la arman con trabajadores del Swift?
R: Sí.
P: ¿Y de los otros frigoríficos también?
R: Sí, de la CAP y de Sugarosa (Scopetta y Torres, 2013).
El crecimiento del PRT, durante estos años, en el Swift se capitalizó, como antes dijimos, en la creación de una agrupación propia, llamada “El Toro”.
Nosotros primero armamos un grupo que era de 10-12 militantes, algunos militantes muy cercanos de nuestro partido, y definimos para qué largábamos la agrupación: era una agrupación anti-burocrática, anti-patronal, por tal y por tal motivo. Y teníamos la experiencia que habíamos hecho con la otra lista, que nos fue suficiente. Entonces planteamos la creación de una agrupación con esas características, sin desdeñar que había otros y que teníamos que coordinar algunas cosas. Con ese objetivo, se llama a un plenario que se hace en el Club Sarmiento. Ahí había como 150, ahí era más amplia. Eso no significa que todos esos eran del PRT; capaz que vos los movilizás. […] Más adelante, ya podías entregar un material relacionado a lo que era el PRT. Pero trabajaba como agrupación propia. También fue una ventaja, porque nosotros, hasta antes de eso, no estaba la estructura organizativa gremial: trabajábamos como militantes, como activistas. Habíamos estado sí, en la Lista Rosada, pero no era hegemónica del PRT. Con esa agrupación se participa, también, en el Movimiento Sindical de Base” (Scopetta y Torres, 2013).
En el decurso de 1974, el PRT-ERP fue un actor central de los dos grandes conflictos sindicales que ajaron la vida política de Rosario, protagonizados por los trabajadores del Swift y del establecimiento metalúrgico Galizia y Bargut. En el transcurso de 1973 el clima en el Swift y en el Sindicato de la Carne se había ido enrareciendo de manera creciente. Al contexto antes mencionado, que actuaba como marco envolvente de la conflictividad obrera, se le sumaba la crisis crónica que arrastraba la industria de la carne, un acentuamiento de las luchas inter-burocráticas al interior de este gremio y la realización de elecciones que, desde su misma convocatoria, estuvieron envueltas por el aura del fraude y la corrupción. Desde fines de este año y comienzos del próximo, se motorizaron una serie de reclamos salariales, impulsados en abierta disputa con la estructura sindical y desoyendo los llamados de armonía y concordia del Pacto Social, que se expresaron en paros parciales que afectaron a las distintas secciones del frigorífico. Ante la radicalización del conflicto comenzó a perfilarse una honda reacción encabezada por la patronal y el sindicato que se plasmó en distintos aspectos, que fueron desde la militarización de la planta, la intimidación de los delegados en sus domicilios (las viviendas de varios delegados fueron baleadas en esos días), hasta el despido masivo de los trabajadores implicados en las medidas de fuerza. Para febrero de 1974, el conflicto alcanzó su clímax, con un enfrentamiento abierto tanto al interior como en las afueras de la fábrica.
Así que en el ’74 se produce un conflicto, fundamentalmente, porque nosotros pedíamos, rechazábamos, el Pacto Social y teníamos un cuestionamiento con la Ley de Asociaciones Profesionales –sobre la estructura sindical- y también con la ley de Contrato de Trabajo. Y había una fuerte presión de la burocracia, fuertísima. Cuando se hace el paro, la burocracia entra a la mañana, con todos los matones y se pelean con las mujeres. Se quieren llevar a un par, entre ellos algunos compañeros nuestros. Entonces nosotros entramos a la tarde y tomamos la fábrica… […] Y la tomamos, ponele, hasta las 8 de la noche. Y antes de la movilización, nosotros levantamos. Levantamos porque era fuerte la confrontación. Afuera estaba la burocracia, con todas las patotas y la cana. Y la estructura nuestra, evaluada desde el punto de vista de las masas, no era para confrontar con ellos de esa manera. […] Al otro día, cuando vamos a entrar, había 20 compañeros detenidos… había compañeros nuestros. Y nosotros ingresamos a trabajar, y adentro una presión fuerte con la burocracia, con todas las patotas. No nos podíamos juntar de a 2 ni de a 3, teníamos que ir al baño de hombres. Y pasó una semana y los compañeros de adentro de la fábrica, estábamos ahí, me acuerdo, en el comedor y los delegados plantean ‘estamos fritos, si no nos dan una mano desde afuera, estamos fritos’. [...] Entonces, nosotros, con los compañeros, escuchamos. Hacemos la reunión del comité fabril ampliado, con otros compañeros. ¿Y cuál era la evaluación? La evaluación era que se desgastaba la resistencia ahí adentro y que la gente planteaba que si no nos daban una mano de afuera estábamos fritos. […] El FAS convoca a una asamblea. […] Pero había tanta cana por todos lados que no se pudo hacer la asamblea (Scopetta y Torres, 2013).
Ante la militarización del frigorífico y sus zonas aledañas, que implicaba una clausura ya no sólo de las instancias de negociación sino de la posibilidad misma de articular algún tipo de organización al interior de la planta, el ERP respondió al pedido realizado por parte de los obreros, secuestrando a Antonio Vallocchia, jefe de relaciones industriales del Swift. El secuestro siguió casi los mismos patrones que en el caso de Sylvester, orientado a destrabar un conflicto que se vislumbraba sin otra salida posible. Las exigencias de la organización para con la empresa se confinaron a reclamar el cumplimiento de las demandas que los mismos trabajadores venían alentando desde hacía ya medio año, entre las que despuntaban el pago de lo adeudado, la reincorporación de los cesanteados y el retiro de la policía de la fábrica. Después de algunos días de negociación, la empresa terminó aceptando y, finalmente, Vallocchia fue liberado.18
En el contexto preciso de esta acción, quienes evaluaron y determinaron la necesidad de una intervención político-militar que reposicionara a la iniciativa obrera fue el mismo comité de fábrica del PRT en discusión con otros activistas. Pero la particularidad que revistió esta acción para pensar la conflictiva y, por momentos, tirante y contradictoria relación que hubo entre la cuestión sindical y lo político-militar, es que en la misma participaron trabajadores del mismo gremio, pero de otro frigorífico, como lo era la CAP, donde al igual que en Sugarosa, el PRT logró erigir trabajos propios. Esta situación habilita a pensar un aspecto que muchas veces se relega, o que ni siquiera se problematiza, y que gira sobre la cuestión de cómo el accionar armado actuaba también como un polo de atracción que le permitía al PRT incorporar militantes de las más variadas extracciones sociales. Sin despreciar en el balance las veces que éste también pudo contribuir a desligar o fracturar trabajos políticos, no podemos dejar de remarcar cómo la notoriedad, la espectacularidad, pero también la capacidad mostrada en determinadas situaciones por el ERP de ligar su actividad a reclamos pequeños, concretos y sentidos, le abrió la posibilidad al mismo partido de insertarse socialmente en lugares que hasta ese momento le eran esquivos. Con esta política, el PRT-ERP volvía una vez más a lesionar y amputar, por lo menos de manera momentánea, parte de la “soberanía” patronal. Es interesante apuntar cómo el secuestro repercutió al interior de la fábrica, relajando provisoriamente la disciplina laboral a partir del retiro de la policía de la misma.
P: ¿Tenían policías adentro de las fábricas también?
R: Sí, vestidos de civil. Y todas las patotas sindicales. Que retiraran a todos. Fue un delirio ahí adentro, no sabés lo que fue. A todos los que eran más botones, les tiraban con brea, les pintaban la estrella del ERP con la sangre… un delirio fue. Fue como un despegue ahí. Y nosotros participamos en forma legal. Y los que hicieron el operativo eran de la CAP; eran compañeros… El operativo militar lo hicieron los de la CAP (Scopetta y Torres, 2013).
En el transcurso de este conflicto –al igual que en la metalúrgica Galizia y Bargut- resaltaron dos instancias políticas fogoneadas por el PRT. Tanto el FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo) como el MSB (Movimiento Sindical de Base) jugaron un papel destacado, coordinando la solidaridad hacia los trabajadores de estas plantas, aprovechando las ventajas que les otorgaba su legalidad a la hora de motorizar denuncias y organizar campañas públicas, denunciando la represión o el papel de las patronales y del gobierno en los conflictos sindicales. La capacidad de movimiento que poseían ambas estructuras les permitió, a pesar de no haber logrado un anclaje social determinante en la región, dar visibilidad a las luchas o garantizar en situaciones de extrema represión el funcionamiento de instancias organizativas, de reunión, de participación. En lo que hace específicamente a Rosario, el FAS fue bosquejando un trabajo territorial fuerte en la zona sur, que se montaba sobre lo realizado por el Partido con anterioridad, y que se plasmó en la realización del VI Congreso del frente en junio de 1974, en lo que fue una de las demostraciones de fuerza más contundentes que dio el PRT a nivel nacional.
Ya para fines de 1974, pero sobre todo para comienzos de 1975, el esfuerzo represivo encarado por el gobierno de Isabel Perón empezó a hacer mella sobre la estructura partidaria y sus diferentes frentes de militancia. De a poco, el PRT-ERP se fue resintiendo ante las cargas cada vez más pronunciadas de la represión. Por ejemplo, en septiembre de 1974, con el argumento de garantizar el orden en el marco de un paro de transporte, la ciudad y una parte del cordón industrial del Paraná se fue militarizando progresivamente, con el desembarco de “guardias rurales” entrenadas en operaciones anti-guerrilleras. A esto se sumaba, como remarca Cerutti, la aprobación de la ley de “represión al terrorismo”, que no sólo multiplicaba las facultades de los organismos represivos sino que también dotaba al Ministerio de Trabajo de la capacidad de prohibir las huelgas por motivos salariales, los paros y las ocupaciones de fábricas (Cerutti, s/f). También, entre fines de este año y principios del otro, el PRT sintió el peso del accionar represivo sobre algunas de sus estructuras sindicales, algunos de sus hombres claves dentro del Swift cayeron detenidos. En este cuadro también se insertaba el accionar creciente de las Tres A y otros grupos de derecha que hicieron sentir sus efectos en el campo de la militancia popular.
Si el fatídico año 1975 constituyó un parteaguas para toda la militancia gremial y de izquierda, el Swift tampoco permaneció blindado a los rebotes sísmicos de los acontecimientos que venían haciendo tambalear la vida política argentina. Con la caída de un número cada vez mayor de militantes, con el achicamiento de los espacios legales y con la necesidad a cuestas de proteger a su gente, que muchas veces llevaba a la decisión de clandestinizar a sus referentes, en el transcurso de 1975, se fue diluyendo una de las experiencias sindicales más notorias y potentes que el PRT-ERP había construido en su breve pero intenso recorrido. Sin embargo, hasta por lo menos 1977, los restos del diezmado armazón perreteísta en el frigorífico siguieron sosteniendo su presencia, contribuyendo con sus gestos y actos de resistencia a minar, si se quiere a un nivel micro, casi invisible, la marcha de la dictadura (Pozzi, 2001). Quizás, estos últimos arrestos de la militancia obrera del PRT en el Swift, estos últimos actos de entrega, significaban la coronación, el capitel que remataba más de diez años de esfuerzos sostenidos.
Conclusión
A lo largo de este escrito, hemos tratado de urdir los filamentos dispersos que constituyeron la historia de esta enorme apuesta política que fue la presencia del PRT-ERP en el Swift. Así, intentamos desbrozar cuáles fueron algunos de los aspectos centrales de las prácticas sindicales del PRT-ERP, bajo qué lineamientos y premisas se dirigió hacia la clase obrera y cuáles fueron algunos de los procesos de mixtura mediante los cuales trató de articular la cuestión sindical con lo político-militar. Concentrarnos en este aspecto nos permite tensionar la idea de la existencia de un antagonismo intrínseco entre estos dos tipos de acción política. Como subraya Federico Lorenz, “la división taxativa entre lucha armada y lucha sindical es insuficiente para descubrir e interpretar un espacio de acción mucho más complejo, en el que ambos términos fueron a veces, lejos de antagónicos, intercambiables” (2013, p. 14).
Sin caer en el riesgo de extraer generalizaciones, la experiencia del PRT-ERP en el frigorífico nos muestra cómo los entrecruzamientos entre lo militar y lo político-sindical, sin estar exentos de tensiones, pudieron, en algunos casos relevados entre 1970 y 1974, acoplarse entre sí (como en los repartos de alimentos, en los secuestros a personal jerárquico en el marco de conflictos sindicales y en las represalias hacia el personal que ejercía tareas de control dentro de la fábrica y los matones vinculados al sindicato). Si se produjo ese acople fue porque había una concepción de la política que los contenía, en un contexto más amplio que los posibilitaba y que, en determinadas instancias particulares, también los legitimaba.19 Sin embargo, hubo también aspectos de estas prácticas que, en determinados momentos, supusieron una jerarquización de lo político-militar sobre el trabajo político-sindical. Tal fue el caso de Luis Billinguer, quien formó parte de la Dirección Regional de Santa Fe y Rosario, fue responsable del frente de la carne y del frente legal y fue uno de los hombres claves en la organización del VI Congreso del FAS en Rosario. Su papel fue fundamental en el fortalecimiento del Partido en el gremio de la carne. Billinguer fue trasladado a la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez” y fue una de las víctimas de la “Masacre de Capilla del Rosario”.20 Así, la regional quedó huérfana de uno de sus cuadros sindicales más notorios, que había contribuido a acrecentar la base social partidaria.
En este croquis que trazamos sobre la experiencia sindical del PRT-ERP en el Swift hemos visto cómo las acciones armadas se vincularon con las demandas concretas de las y los trabajadores, a la vez que, en algunos casos, funcionaron como un atractivo para la incorporación de obreros a la organización. Esto se dio en el caso particular de un tipo de industria donde la violencia era la piedra angular de la política de disciplinamiento de la patronal para su mano de obra. Para entender cómo fue posible esa fusión, fue necesario realizar este recorrido por los casi doce años de presencia del PRT en ese establecimiento. Un periodo a lo largo del cual el partido fue desplegando diferentes tácticas de acercamiento a la clase obrera, que incluyeron la articulación con listas opositoras -algunas dirigidas por el peronismo-, la participación en instancias impulsadas por otras organizaciones de izquierda, la conformación de una agrupación propia, la edición de boletines sindicales y fabriles y el sostenimiento de un trabajo territorial en los alrededores de la fábrica como forma de apuntalamiento de la misma política sindical. Así, nos hemos encontrado con una organización que supo mostrar flexibilidad y sensibilidad frente a la coyuntura y, una gran plasticidad ante los distintos tipos de demandas que brotaban en las fábricas. De esta forma, hemos podido recuperar un conjunto de prácticas que muchas veces han quedado invisibilizadas por la centralidad que ha adquirido la mirada sobre lo militar.
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Notas
Recepción: 25 Octubre 2022
Aprobación: 06 Marzo 2023
Publicación: 01 Junio 2023